¿ES SANA LA DIETA MEDITERRÁNEA?

Con la llegada del verano, nuestros hábitos alimentarios tienden a cambiar. El calor invita a comidas más ligeras, frescas y fáciles de digerir. Es el momento ideal para reforzar la dieta mediterránea, reconocida por sus múltiples beneficios para la salud y su adaptabilidad a la temporada estival.

¿Qué es la dieta mediterránea?

La dieta mediterránea, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es mucho más que una pauta alimentaria: es un estilo de vida que promueve el bienestar físico y emocional.

Se basa en el consumo predominante de alimentos de origen vegetal: frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales. Incluye también el uso de aceite de oliva como principal fuente de grasa, un consumo moderado de pescado, mariscos, huevos y lácteos, y una ingesta limitada de carnes rojas y productos procesados. Este patrón alimentario se ha asociado con una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.

Beneficios de la dieta mediterránea durante el verano

Durante el verano, la dieta mediterránea ofrece ventajas adicionales:

Hidratación natural: el alto contenido de agua en frutas y verduras como sandía, melón, pepino y tomate ayuda a mantener una adecuada hidratación.

• Digestión ligera: las comidas basadas en vegetales, legumbres y granos integrales (arroz, bulgur, trigo, espelta, cebada, pan…) tienden a ser más fáciles de digerir que las más ricas en grasas o muy procesadas. Estos alimentos, además de aportar fibra que favorece el tránsito intestinal, ayudan a evitar digestiones pesadas que pueden generar malestar o hinchazón.

En el caso de las legumbres, que a algunas personas les resultan difíciles de digerir por su tipo de fibra, se pueden mejorar utilizando especias digestivas como el comino o el hinojo. Por ejemplo, añadir una pizca de comino a una ensalada de garbanzos no solo realza el sabor, sino que puede reducir la formación de gases. También es útil cocinarlas bien, dejarlas en remojo y consumirlas en pequeñas cantidades si no se está habituado.

Aporte de antioxidantes: el consumo de alimentos ricos en antioxidantes, como frutas de temporada (fresas, cerezas, albaricoques) y aceite de oliva virgen extra, contribuye a combatir el estrés oxidativo y a proteger la piel de los daños solares. Estos alimentos contienen compuestos como la vitamina C, la vitamina E, los polifenoles y los carotenoides (como el licopeno del tomate o el betacaroteno de la zanahoria), que ayudan a neutralizar los radicales libres, reforzar el sistema inmunológico y cuidar la salud cardiovascular.

Soja y proteínas vegetales: compatibles con la dieta mediterránea

Aunque tradicionalmente se asocia la dieta mediterránea al pescado y a los lácteos, también es posible adaptarla a un enfoque más vegetal. Las legumbres —incluyendo la soja—, el tofu, el tempeh o la soja texturizada son excelentes fuentes de proteína vegetal de calidad. Productos como la bebida de soja enriquecida en calcio o los yogures vegetales bífidus también pueden formar parte de esta alimentación equilibrada sin perder calidad nutricional.

Estas opciones, además de ser digestivas y ligeras, resultan ideales para los meses de calor. Bien combinadas, aportan saciedad, energía y beneficios cardiovasculares.

Consejos prácticos para una dieta mediterránea en verano

• Planificación de comidas con productos de temporada: organizar menús semanales ayuda a mantener el equilibrio y evitar elecciones impulsivas.

• Recetas ligeras y frescas: ensaladas completas con legumbres, pasta integral, arroz, vegetales y aliños caseros.

• Incorpora legumbres sin miedo: añade comino, hinojo o hierbas digestivas y cocínalas bien tras el remojo.

• Granos integrales a diario: arroz integral, bulgur o pan de masa madre. Aportan fibra y minerales como hierro o magnesio.

• Aliña con aceite de oliva virgen extra y hierbas frescas como albahaca, perejil, menta o tomillo.

• Reduce los ultraprocesados: vuelve a lo básico, más vegetales, menos etiquetas.

• Modera el consumo de alcohol y bebidas azucaradas: contribuye a un mejor control del peso y de la salud metabólica.

Conclusión

Adoptar la dieta mediterránea durante el verano no solo es beneficioso para la salud, sino que también permite disfrutar de la riqueza gastronómica de la temporada. Incorporar alimentos frescos, de temporada y de origen vegetal, como los productos de soja, puede enriquecer aún más este patrón alimentario. Con pequeños cambios y una planificación consciente, es posible mantener una alimentación equilibrada, sabrosa y adaptada a las necesidades del verano.

Escrito por Sara Martínez, Nutricionista Clínica y Deportiva, Tecnóloga de los Alimentos www.saramaesnutricion.com

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Junio, 2025

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